La evolución de la oriflama tripartita

En aras de generalizar positivamente nuestra ciencia, perdiendo cierto tinte alquímico pero sin desmerecer la arcaica tradición, podemos ofrecer algún marco biopsíquico al “proceso de ascensión,” que reviste de tres regímenes canónicos: el Nigredo, el Albedo y el Rubedo; aunque ampliados con la fase intermedia Citrinitas que se sintetiza en la enigmática frase “la Tierra es negra, el Agua es blanca; el Aire se vuelve más amarillento cuando más se acerca al Sol; el Éter es completamente rojo.” Pero el enigma quedará resuelto si se la interpreta considerando el acopio y sublimación del qi, como una fase de fuerte inversión y grandes condicionamientos bioenergéticos: el organismo afronta un cambio dramático durante el templado del atanor de manera de acondicionar la región del plexo solar que se convertirá en el repositorio del jing sublimado, conjuntamente con la erradicación de los estupefacientes endógenos que acompañan la usual pérdida del húmedo radical, sumándose la labor esforzada del centro cardiorespiratorio donde se produce la mixtura de los agentes que desencadenan el harnelmiatznel consciente para la producción del compuesto alquímico microcósmico.

¿Cuál es la bioquímica subyacente en este excepcional compuesto? Aun no podemos más que brindar una ristra de teorías y débiles deducciones; empero, podemos aventurar que no existe análsis clínico que pueda ofrecer una conclusión médica nueva: no se aprecian cambios mensurables en la química de la sangre o en los residuos de la orina. Por lo tanto, concluimos en que el proceso alquímico impacta, al menos en un principio, sobre el cuerpo energético. Quizá explique el por qué de los cambios iniciales comiencen siempre por sutiles variaciones del tono psíquico que luego alcanzan un denodado acento, y más tarde se somatizan, modificando la cronotropía e inotropía cardíaca para finalmente aquejar el ritmo respiratorio y la secreción gástrica; del libro El Tercer Ojo y Kundalini del doctor Bhim Sain Goel:
Desde el mismo día del despertar de Kundalini, mi respiración se había alterado considerablemente. No sólo solía cansarme con mucha facilidad, sino que también tenía dificultades para inhalar con cierta relajación. La inhalación y exhalación eran a menudo tan rápidas que cualquiera a mi lado se daría cuenta de inmediato. La respiración solía funcionar como si estuviera siguiendo una muy conocida técnica de pranayama, llamada bhastrika. Personalmente, creo que durante la activación de Kundalini que no es otra cosa que fuego, uno requiere más oxígeno y que, por ende, respira tan rápido.
Si durante el promedio del primer régimen del mercurio, pareciera que todo el sistema autónomo se rebelara contra la concentración del compuesto, la fría oscuridad que precede al moroso amanecer se intensifica cuando el aparato nervioso se ve sobreestimulado, perdiendo periódicamente el control en las reiteradas y embravecidas tormentas del mar endócrino, cuando las secreciones internas lleven al organismo a desasosegados cuadros de disautonomía durante la batalla de los opuestos: el enfrentamiento que se produce entre el sistema simpático y el parasimpático; en Histoire des Oiseaux en l'Autre Monde, el poeta francés Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac nos describe en singular prosa el combate que irrumpe —a condición de haber mantenido el principio hermético por más de un año— entre el cálido Vaso Gobernador (Tu-Mo daoísta o Pingala hindú) y el frío Canal de Función (Jen-Mo o Ida):
Caminé aproximadamente el espacio de cuatrocientos estadios, al final de los cuales advertí, en mitad de una campiña muy grande, cómo dos bolas que, tras haber girado una en torno a la otra durante mucho tiempo ruidosamente, se acercaban y, luego, retrocedían. Y observé que cuando se producía el encuentro se oían aquellos grandes golpes, pero a fuerza de caminar más adelante reconocí que lo que de lejos me habían parecido dos bolas eran dos animales, uno de los cuales, aunque redondo por debajo, formaba un triángulo por en medio, y su cabeza, muy elevada, con su roja cabellera que flotaba hacia atrás, se agudizaba en forma de pirámide, su cuerpo aparecía agujereado como una criba, y a través de esos orificios menudos que le servían de poros, veíanse deslizarse llamitas que parecían cubrirlo con un plumaje de fuego.

Paseándome por los alrededores, me encontré con un anciano muy venerable que contemplaba este famoso combate con tanta curiosidad como yo. Me hizo signo de acercarme, obedecí y nos sentamos el uno junto al otro [...]

Al comienzo del combate, la salamandra [sistema simpático], a causa de la vigorosa contención de su primer ardor, había hecho sudar a la rémora [sistema parasimpático], pero a la larga, este sudor se enfrió y esmaltó toda la llanura de una costra de hielo tan resbaladiza, que la salamandra no podía acercarse a la rémora sin caerse. El filósofo y yo nos dimos cuenta de que a fuerza de caerse y levantarse tantas veces, se había fatigado, pues los estallidos de trueno, antes tan espantosos, a que daba lugar el choque con que embestía a su enemiga, ya no eran más que el ruido sordo de estos golpecitos que marcan el fin de una tempestad, y este ruido sordo, amortiguado poco a poco, degeneró en un bufido semejante al de un hierro al rojo que se sumerge en agua fría. Cuando la rémora comprendió que el combate tocaba a su fin por el debilitamiento del choque a causa del cual ella se sentía apenas quebrantada, se levantó sobre un ángulo de su cubo y se dejó caer con todo su peso encima del estómago de la salamandra, con tal éxito que el corazón de la pobre salamandra, donde se había concentrado todo el resto de su ardor, se quebró y dio un estallido tan espantoso que no sé nada en la Naturaleza que se le pueda comparar. Así murió la bestia de fuego, bajo la perezosa resistencia del animal carámbano.
Cyrano de Bergerac describe el trayecto del fuego secreto por el plexo solar —la campiña muy grande— a medida que atraviesa los tres granthis: los nudos psíquicos donde Pingala, Ida y la médula espinal, el canal central Sushumna se entrecruzan con estentóreas consecuencias para el organismo, y hábilmente se adelanta a la siguiente etapa de la Obra Magna, presentando al anciano y venerable filósofo quien contempla pero no interviene aun en las batallas. El filósofo no es otro que el sub-mayordomo del Cuarto Camino, el centro mental de la incipiente supraconsciencia, todavía en vías de desarrollo, que sólo puede observar los acontencimientos durante la etapa del Nigredo, ya sin los topes psicólogicos (buffers) que previamente amortiguaban las impresiones y ahora desencadenan una acentuada reactividad emocional a las vicisitudes terrenales, pues el obrero del arte se ve privado de la anestesia endógena, producto del implacable mantenimiento del principio hermético.

Nuestro apreciado John Ronald Reuel Tolkien ejercita con esmerada vehemencia la encumbrada pluma del arte al describir la batalla del iatromantis Gandalf el Gris, quien enfrenta al poderoso y demoníaco Balrog en el ascendente viaje desde las extremas fundaciones de piedra en los oscuros abismos, escalando a través de la pétrea escalera en espiral hasta los nevados picos de la sombría montaña de Moria,(1) triunfando sobre la potestad draconiana pero, no obstante, muriendo tras la contienda: “... me envolvieron las tinieblas —hace decir al entrañable mago itinerante, cuando reaparece como el Caballero Blanco— y me extravié fuera del pensamiento y del tiempo, y erré muy lejos por sendas de las que nada diré.

Esta muerte iniciática es temporal, sin embargo, la conciencia vigílica lleva un claro recuerdo de todo lo acontecido en las densidades superiores, y su subsecuente «resurrección» constituye el segundo nacimiento neotestamentario del que nos habla Jesucristo; se trata, en definitiva, del resultado directo del nacimiento de la supraconsciencia: el anciano y venerable filósofo, ahora principio operador o Mayordomo de la Gran Obra, toma las riendas y se convierte, en las palabras de Mathurin Eyquem De Martineau, en el Piloto de la Onda Viva.

Lumen Coeli del artista
ruso Nikolai Roerich
La iluminación produce el blanco de la obra. Aunque, hemos de prevenir a nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad, que el régimen del albedo no es el momento de completo sosiego ni la hora de escatimar en esfuerzos. Son todavía comunes las tormentas inusitadas aunque efímeras; y serán aun frecuentes algunos desequilibrios nerviosos, dado que la limpieza de la médula ósea es reciente y la comunicación entre los centros psíquicos superior e inferior es débil; se requerirán de grandes dosis del ens seminis para la labor intensificada del nuevo centro nervioso, así que las molestias del bajo vientre pueden intensificarse. El adepto ha de nutrir al “bebé shen” con dedicación y esmero, oficiando como nodriza de nuestro “infans solaris,” también conocido como la “Shekinah” o carroza divina de la Kaballah, el “Hijo del Hombre” del cristianismo, la “Sakina” del sufismo o la caperuza “Mukalinda” del budismo que recuerda a las conchas de Santiago de Compostela de celebrada aparición en la iconografía alquímica. Gopi Krishna en su libro Kundalini: el Yoga de la Energía nos relata su experiencia:
Hago sólo una simple exposición de los hechos cuando digo que durante años me sentí como si estuviera atado de pies y manos a un tronco que corría enloquecido por un torrente, salvado milagrosamente una y otra vez, por un escaso margen y justo a tiempo, de morir estrellado contra las muchas rocas que sobresalían del agua que se arremolinaba por todas partes, dando vueltas y serpenteando en todas direcciones, como si fuese guiado por una mano maravillosamente rápida y diestra, infaliblemente precisa en sus movimientos. Durante años, cuando de noche estaba tendido y despierto en la cama esperando que llegase el sueño, a menudo sentía cómo la nueva y poderosa energía vital se extendía como una tempestad por las zonas abdominales y torácicas al igual que por el cerebro con un bramido en los oídos, una lluvia centelleante en el cerebro y un movimiento febril en la zona sexual y alrededor de ella, en la base de la espina dorsal, tanto delante como detrás, como si estuviese haciendo un esfuerzo supremo para combatir una emergencia causada por algún veneno u obstrucción en el organismo que amenazaba el estado suprasensible y extremadamente delicado del sistema cerebro-espinal.

En esos momentos sentía instintivamente que se estaba produciendo una lucha a vida o muerte dentro de mí, en la que yo, el dueño del cuerpo, no podía tomar parte, y me veía obligado a quedarme quieto y observar como espectador el extraño drama que se desarrollaba en mi propia carne. Nada podría expresar mi estado tan gráficamente como la representación de Shiva y Shakti, pintada por un antiguo maestro, en que el primero se representa tumbado impotente y supino mientras la segunda, en un estado de ánimo de total imprudencia, baila alegremente sobre su cuerpo abatido. El observador agazapado en mí, el supuesto poseedor del cuerpo carnal, ahora completamente sojuzgado y apartado a un segundo plano, se encontraba a merced, literalmente bajo los pies, de un poder atemorizador indiferente a lo que pensaba y sentía, y que procedía, impasible, a tratar el cuerpo como quería sin concederle el derecho de saber lo que había hecho para merecer ese ultraje. Tenía motivos para creer que dicha representación fue diseñada para ilustrar un estado exactamente como el mío por un iniciado que también había pasado por la misma dura prueba.
Si hemos de aceptar los tiempos que ofrece el experimentado doctor Jwing-Ming Yang, el período que cubre el régimen del albedo se prolonga por tres años, cuando el bebé yin shen evoluciona hacia yang shen. La visión daoísta concuerda en la duración y sostiene que el crecimiento del embrión áureo involucra su pérdida del principio negativo en pos del positivo siempre a través de la nutrición del caldo aurífero, razón por la cual se enfatiza el crucial mantenimiento de las reglas del arte; el doctor B.S. Goel continúa:
Con el paso del tiempo, descubrí que las sensaciones dolorosas en [la región kanda del cuerpo: en los nervios y venas situados debajo de los testículos] se aminoraban. No obstante, los efectos secundarios de la descarga aparecían en la mente en la forma de una profunda depresión. Y no sólo la depresión, sino que constataba que incluso mi irritación e ira también aumentaban. Si esta descarga sexual no se producía en varios días, invariablemente me sentía, en gran medida, pleno de felicidad y estabilidad. Me dio también una clara señal en cuanto a que los antiguos nervios y las formaciones conductuales contenidas en ellos se quemaban más fácilmente y aumentaba la velocidad de la evolución. Basado en estas observaciones, deduje que la preservación del semen es una de las cosas más importantes para todos aquellos que deseen seguir la senda de la meditación y el yoga, en especial para aquellos cuya Kundalini se haya activado.
Según distintas escuelas de pensamiento, la consecución de esta fase logra la santidad y la emancipación casi completa del sistema de control hiperdimensional, es decir, de los vaivenes de la Rueda de la Fortuna que denuncia el ocultismo. La distinguida académica inglesa Frances Yates en su obra Giordano Bruno y la tradición hermética, explica en el cap. II: El Pimander de Ficino y el Asclepius, la traducción que hace el filólogo renacentista Marsilio Ficino al tratado de regeneración egipcio: El discurso secreto de Hermes Trismegisto a su hijo Tat en la montaña, y formula el siguiente acertado comentario sobre el resultado de la transmutación de los “ultores,” que hoy la ufología reconocería como “implantes:”
Al comentar este tratado, Ficino confronta la expulsión de los ultores y su sustitución por las Potestates Dei [poderes deíficos] con la experiencia cristiana de la regeneración en Cristo, el Verbo y el Hijo de Dios. En efecto, tal como pone en evidencia Festugiére, esta experiencia gnóstica parece ser algo similar a la gracia que actúa cancelando la predestinación impuesta por las estrellas. Reproduzco acto seguido una lista de las Puniciones y las Potestades según la traducción latina de Ficino [...]:
PUNICIONESPOTESTADES
Ignorantia [ignorancia]Cognitio Dei [conocimiento de Dios]
Tristitia [tristeza]Gaudium [alegría]
Inconstantia [inconstancia]Constantia [constancia]
Cupiditas [deseo]Continentia [continencia]
Luxuria [lujuria]Castitas/Fortitudo [castidad/fortaleza]
Injustitia [injusticia]Justitia [justicia]
Deceptio [engaño/mentira]Veritas [verdad]
Invidia [envidia]Bonum [bondad]
Fraus [fraude]Lumen [luz]
Ira [ira/violencia]Vit [vida]
Temeritas [miedo/temor]-
Malitia [aflicción]-
De exponer una explicación que nos oriente a una visión más positiva del fenómeno, el régimen del nigredo parece poner en funcionamiento un núcleo neuronal preexistente pero inactivo en el hombre mundano, mientras que durante el albedo todo indica que este centro desarrolla astrocitos gliales que sirven de sede a nueva y flamante materia gris, (2) y que finalmente comienza a sincronizarse con la neocortex, dirigiendo de ahora en más toda la orquesta cerebral. Este nuevo centro indudablemente es el rector del tercer ojo o visión interior —un órgano atrofiado que recupera su actividad a través del ens seminis sublimado— y que amplía la interpretación del entorno a la Cuarta Densidad. En un terreno totalmente hipotético, este centro incipiente parece recibir una influencia regente completamente diferente a la del cerebro reptiliano (complejo-R), que explicaría la autonomía frente a la manipulación hiperdimensional que caracteriza a la humanidad dormida.

Una vez desarrollado y consolidado el centro mental de la supraconsciencia, se ingresa al régimen citrinitas, del cual nuestro respetado Fulcanelli nos certifica la obtención de la serenidad tan anhelada (Las Moradas Filosofales, cap. El maravilloso grimorio del castillo de Dampierre):
Este criterio es, pues, insuficiente, aunque justifica este axioma conocido de que toda materia seca se disuelve y se corrompe en la humedad que le es natural y homogénea. Es la razón por la cual ponemos en guardia al principiante y le aconsejamos, antes de entregarse a los transportes de un gozo sin mañana, aguardar prudentemente la manifestación del color verde, síntoma del desecamiento de la tierra, de la absorción de las aguas y de la vegetación del nuevo cuerpo formado.

Así, hermano, si el cielo se digna bendecir tu labor, y, según la palabra del adepto, si te fata vocant, obtendrás primero la rama de olivo, símbolo de paz y unión de los elementos, y, luego, la blanca paloma que te la haya traído. [...]
Completado este régimen, la «mente zen» o, en términos taoístas, de verdadera serenidad, tiene la capacidad de mover el punto de encaje, del que hablaba el antropólogo peruano Carlos Castaneda, desde el centro de atención vigílico en Tercera Densidad hacia la supraconsciencia en Cuarta Densidad, generando a voluntad el estado de samādhi.

Del régimen del rubedo poco diremos; tan solo que la completitud de la etapa previa, citrinitas, y la evolución al centro púrpura cubre un total de nueve años. Y añadimos una advertencia que hemos hallado en múltiples tratados budistas: si bien ya es posible realizar viajes astrales prolongados, se advierte el evitar a las entidades parasitarias, pues los procesos de abducción siguen siendo un peligro, hasta completar la maduración total de la supraconsciencia; además, se debe considerar el riesgo que el embrión desarrollado no desee retornar al cuerpo físico, encontrándolo como un hábitat despreciable y hediondo, e intentando emanciparse antes de tiempo; por lo cual se aconseja reiteradamente cumplimentar la cantidad total de años para obtener de manera definitva las facultades taumatúrgicas (el bienaventurado “don de Dios”), y erradicar cualquier peligro en Cuarta Densidad.

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